Mis
queridos amigos y amigas, esta semana que está casi por terminar ha sido una
semana extraña para mí, ha sido una semana llena de recuerdos que para quien ha
abierto alguna vez la puerta emocional que lleva hacia ellos sabe que se
desbordan y no hay forma de controlarlos, lo llenan todo, como abejas en un
panal al que acabas de molestar salen descontroladas y van sobre lo que encuentren
cerca, así más o menos me sentí estos días.
Todo
comenzó el domingo pasado, me desperté muy temprano e intenté volver a dormir,
cosa que me costó mucho trabajo y cuando lo logré, tuve un sueño muy extraño,
soñé con uno de mis mejores amigos, quien perdió la vida hace 6 años, pero lo
impactante de ese sueño es que él estaba muy serio y yo lo recuerdo siempre
feliz, por lo que comencé a preocuparme y a pensar mucho en él, en las cosas
que vivimos juntos y bueno, los demás recuerdos se desbordaron también.
Y
es que pensar en el gran amigo que perdí, recordar los momentos invaluables que
pasé con él, la forma en que disfrutamos nuestra compañía hizo que la balanza
de la amistad tuviera algunos desajustes pues en los últimos meses me he puesto
a revalorar lo que la amistad es para mí, lo que quiero dejar en mis amigos
cuando no esté más en este plano, lo que me quiero llevar de ellos, la forma en
la que los quiero acompañar en su vida y también la forma en que quiero que me
acompañen y llegué a la conclusión de que hace tiempo que no siento amistades
de verdad en mi vida y eso es algo triste.
No
quiero decir con esto que los amigos que tengo no sean valiosos o que no los
quiera, sino que creo que cada uno está en caminos muy distintos, el mío quizá
sea una búsqueda y un cambio constante y hasta inestable si así quieren verlo y
tengo la impresión de que ellos van hacia rumbos muy distintos, a veces me da
por pensar que son mis amigos más por costumbre o cuando necesitan algo, cuando
quieren que los divierta o cuando quieren a alguien que esté de acuerdo con
ellos y que han dejado de ver lo que soy y lo que necesito.
Claro
que como dije antes, los recuerdos caen en montón, son esos pandilleros
emocionales que te asaltan en grupo y te quitan todo lo que tienes, te dejan
desnudo, vulnerable y golpeado si te descuidas o si les pones mala cara, yo lo
hice, con los recuerdos amorosos que son los que más problema me dan y quedé
más que golpeado.
Ver
fotos en Facebook o instagram de las personas que quisiste alguna vez no ayuda,
al contrario, tortura. Pero a veces es inevitable hacerlo, quieres saber cómo
están, si han cambiado, si son felices sin ti, si su nuevo novio es más feo que
tú o si se pusieron gordos, tortura aún más verlos felices, con su pareja,
logrando cosas… pero de pronto, también descubres que tortura a nivel interno,
pero al mismo tiempo te da tranquilidad, te hace pensar que merecen ser felices
y que te encantaría tenerlos enfrente para decirles “me da gusto que seas feliz”
(espero que no sean de los que fingen sus fotos en redes sociales para
aparentar), yo realmente espero que sean felices, igual que espero esos para
mis amigos a pesar de que los evite.
Es
muy fácil pensar que los recuerdos no son más que conexiones sinápticas,
anclajes emocionales que nos ayudan a sobrevivir a muchas situaciones similares
que se nos van presentando, porque aunque lo sean, también son una forma bonita
de mantenerte en contacto con gente que ya no está en tu vida de alguna forma,
así que, una vez que pasas por el drama de sentirte mal, de llorar si es
necesario y comienzas a poner de nuevo los recuerdos en el lugar que les
corresponde, tu alma y tu mente comienzan a tener paz, comienzas a recordar las
cosas buenas, a desechar las cosas malas, cambiando de lugar recuerdos que
creías que pertenecían a una categoría porque te das cuenta, ahora que lo ves
de lejos, que no eran tan buenos o tan malos recuerdos como creías.
Lo
bueno siempre llega al final de estos momentos complicados pues todo tu ser se
va modificando con esa revisión y limpieza que haces al baúl interno de los recuerdos,
te das cuenta que tanto tú, como tus amigos (o ex amigos) y tus antiguos amores
ya han dejado de ser lo que eran, esos lapsus de recuerdos y modificaciones te
ayudan a ver lo que realmente quieres para ti.
Hoy
sé que quiero amigos que se interesen por mí y que me interesen a mí, que me
busquen porque quieren pasar tiempo de calidad conmigo, sin hipocresía, sin hostilidad
hacia otros, sin querer que yo los acerque a algo que les interesa, sin más que
el gusto de compartir momentos conmigo porque eso es lo que yo les ofrezco, sé
que las personas que quise ya están en un lugar diferente en mi vida porque tanto
ellos como yo decidimos que así fuera y sé que hay muchas cosas que recuerdo de
ellos que no quiero en alguien a quien le comparta algo tan personal como lo es
el amor que puedo sentir y entonces me doy cuenta que mi búsqueda personal va
dando frutos.
A
principios de la semana tuve miedo a los recuerdos, hoy estoy feliz de haber
pasado esta semana en mi exilio personal con ellos. Nunca le tengas miedo a los
recuerdos que se salen todos de golpe del baúl, lo hacen porque en el fondo hay
un espejo en el que te puedes ver a ti mismo, a través de tu historia para
saber quién eres hoy.
Un abrazo.
Julián García.