miércoles, 19 de diciembre de 2018

Amigos de paso... amistad con fecha de caducidad


Mis queridos amigos y amigas sé que tengo mortalmente abandonado el blog y que ya no escribo NADA  pero algunos sabrán, otros no,  que estoy estudiando psicología (lo cual amo infinitamente) y aunque me encanta, la verdad es que me deja casi sin tiempo de otra cosa, sobre todo ahora que estoy en la recta final por terminar mi carrera. Durante todo este tiempo han pasado montones de cosas interesantes y raras, sobre todo este último año ha sido una montaña de emociones, enamoramientos, despedidas y muchas cosas más, algunas han sido muy difíciles y han dejado mi corazón algo lastimado y a veces creo que aún no estoy listo para mis acostumbradas catarsis por este medio.

Afortunadamente en todo este tiempo y en toda la montaña rusa de emociones que he vivido me he rodeado de buena gente de la que aprendo muchísimo y también (creo que hasta afortunadamente) me alejé de mucha gente que no aportaba mucho y ya saben que esos no me gusta conservarlos. Y dentro de este ir y venir de gente de pronto uno se pregunta si las amistades tienen fecha de caducidad o por qué a veces a pesar del cariño o de las cosas que se vivan al lado de algunas personas la amistad simplemente termina sin más, como si se tratara de algo sin valor, incluso cuando han sido amistades muy fuertes que nos hicieron pensar que el vínculo sería eterno.

Personalmente creo que hay amigos con los que sin importar nada, incluso que no se puedan ver, las circunstancias no alteran en lo más mínimo la amistad, hay amistades que a pesar de los años y la convivencia un día terminan, pero creo también que existen los “amigos de paso”. Justo mientras hablaba con buenos amigos, mencioné que una persona era un “amigo de paso” y a partir de ahí surgió la idea de contarles un poco más al respecto. ¿Alguna vez han tenido una amistad con alguien con quien conectan de forma casi increíble, aprenden mucho de esa persona, se divierten, se cuentan todo y luego de la nada, en corto tiempo la amistad termina y ya no tienen nada más en común?

Algunas veces esto ocurre porque la persona en cuestión cumple su objetivo en nuestra vida en corto tiempo y entonces ambos involucrados pueden seguir su camino sin problemas, sin sentir que le fallan al otro y con la tranquilidad de no deberse nada. En otras ocasiones, la cosa es un poco más complicada, pues aunque la persona les inspira cariño y sienten que el ciclo aun no debería concluir, simplemente la amistad ya no da para más y quedarse ahí puede resultar contraproducente pues la otra persona podría hasta dañarnos si nos mantenemos cercanos a ella y entonces decidimos avanzar.

Esta decisión suele causar mucho conflicto interno, mucho dolor, la sensación de haber fallado pero puedo decirles que no es así, siempre debemos pensar en nuestro bienestar y en que algunas personas, si se quedan mucho tiempo en nuestra vida absorben más de lo que deben y terminarán haciéndonos daños o peor, provocando que nosotros mismos nos hagamos daño por pensar más en ellos que en nosotros mismos. Así que sin importar cuanto podamos querer a una persona a veces lo más sano es seguir nuestro camino sin la necesidad de cargar peso muerto sobre nuestros hombros para poder crecer y seguir aprendiendo y creciendo.

Pienso que en definitiva, no podemos prepararnos para algo así, pero si tenemos la obligación con nosotros mismos de soltar todo aquello que nos pueda dañar, siempre que hayamos hecho una buena revisión de los pros y contras. A final de cuentas la única persona a la que le debes es a ti mismo, te debes el escucharte, te debes tu salud mental y espiritual y nada ni nadie, ni por “amistad” debe comprometer eso que te mereces y si eso implica soltar a algunas personas, creo que nadie debería pensar que no vale la pena dejar ir a quienes no te ayudan a sentirte bien, incluso a personas a las que aunque se quieran, se pueden hacer daño… y tú ¿Has tenido amigos de paso? ¿Cómo has manejado la situación?


Abrazos

Julián.


lunes, 9 de octubre de 2017

Perdí la guerra conmigo mismo...

Mis queridos amigos y amigas, el último par de meses he estado librando una batalla interna con mis demonios y debo confesarles que tristemente descubrí que no soy la persona fuerte que creí ser, que por más que intenté dar batalla a mi lado emocional, hay cosas con las que no pude luchar y el día de hoy me siento derrotado y comienzo a sufrir las consecuencias de haber perdido esta pelea.

Hace algún tiempo tomé una decisión, que en su momento creí que era la mejor y fue enfocarme únicamente a mi carrera y a nada más, claro que a la familia no puedo dejarla a un lado pero en algún punto sentí que la familia si me dejó a mí, mientras yo dejé todo lo demás, dejé a mis “amigos” que muchos de ellos descubrí que nunca lo han sido realmente, dejé de intentar encontrar el amor, porque seamos honestos, eso nunca ha sido mi fuerte, dejé de pensar en otras cosas, conseguí un “trabajo” pero sólo como sustituto de la escuela durante las vacaciones, dejé de “vivir” para comenzar a simplemente… seguir la corriente, como muchos otros.

Hace un par de semanas me descubrí a mí mismo no cansado, sino fatigado de la escuela, de la dinámica familiar, de los falsos amigos, de mí mismo; comencé a sentir mucho miedo sobre un futuro que parece cada día más infeliz, comencé a sufrir los estragos de la soledad… de la interna, de la propia soledad, de haberme abandonado a mí en esta situación y aunque no planeo hacer nada malo contra mí, si puedo decirles que creo que entre en depresión.

Algunos podrán decirme que es absurdo estar escribiendo sobre esto, que podría ser para llamar la atención y tienen toda la razón, es mi única intención y lo es porque el haberme encerrado en mi provocó esto en buena medida, porque me siento incapaz de lograr algo por mi cuenta en este momento, porque no creo ser capaz de soltar esto que me está causando daño porque realmente ni siquiera sé que es, es la edad quizás, es el no poder detener lo que el vitíligo le está haciendo a mi piel, es la soledad, es la frustración de ver que hay quien tiene mejores razones y mejores recursos que yo pero no los aprovecha y yo no tengo eso que ellos sí, es el no poder hacer nada por la gente que quiero, es el cansancio, es el sentir que estoy como muerto por dentro desde hace tiempo.

Debo confesar que tengo miedo de enfrentar de nuevo esta batalla, debo decir también que estoy buscando ya ayuda profesional, debo decirles que no quiero seguir así pero por más que busco no encuentro lo que me haga salir de esto, debo decir que realmente necesito en este momento a la gente que me quiere y a la que quiero porque no tengo más fuerzas, tengo miedo de que esto afecte más allá de lo emocional, porque hoy me siento débil, desmotivado, vacío…

Y perdón si les suelto todo este rollo así como así, pero necesito expresarlo ya, necesito guía, necesito apoyo, necesito a quienes estén dispuestos a aguantarme un ratito con todo lo que esto implica.

Hoy por primera vez en mucho tiempo perdí la guerra, tengo que aceptar que así es y tengo que comenzar a reconstruir mi vida desde cero, porque estoy molido, pero no quiero seguir así y aunque me cuesta, quiero que esto sea una oportunidad para crecer y encontrarme de nuevo.


Abrazos.

Julián.





sábado, 1 de julio de 2017

Eligiendo entre sueño o final feliz

Mis queridos amigos y amigas, estoy seguro que ustedes igual que yo (o por lo menos la mayoría), crecimos escuchando frases como “cuando te cases…” o “cuando tengas hijos…” y la verdad es que es muy bonito imaginar toda una vida a partir de esas frases.

Particularmente puedo decirles que de niño ni me pasaba por la mente que algún día pensaría en casarme o en tener hijos, luego llegó la adolescencia y de casarme y tener hijos nada que me pasaban ideas por la mente y no tiene que ver con el hecho de ser gay sino que creo que siempre me la pasaba soñando con que quería lograr ciertas cosas y no tenía como meta casarme ni tener hijos.

Pero luego comienzas a acercarte a la edad en la que tus papás te tuvieron a ti o a tus hermanos; tus amigos comienzan a casarse y de cierta forma comienza la presión externa, la gente que te pregunta si ya tienes novio o novia (en mi caso doble estrés pues me preguntaban si tenía novia y yo lo que quería era más bien un novio), si ya te vas a casar, si no piensas tener hijos, en fin. Claro que también está la presión que pone el reloj biológico al que no le puedes contestar tan fácil que se espere.

Y luego está la presión que nosotros ejercemos sobre nosotros mismos, esa puede ser quizá la peor de todas, cuando tenía 25 años aproximadamente comencé a pensar en cuántos hijos quería tener y hasta en los nombres, pero claro, el hecho de ser gay a veces es aterrador cuando se trata de hijos, así que deposité mis esperanzas en una meta que parecía más “sencilla”… casarme. Si, comencé a imaginar todo lo que haría cuando encontrara al amor de mi vida y me casara, a veces lo admito, hasta imaginaba como quería mi boda.

Lo cierto es, que me metí en camisa de once varas con ese sueño, primero tenía que conseguir un novio que me amara y al que yo amara por igual para compartir mi vida… y ahí es donde se arruino todo, pues comencé un recorrido algo bizarro por parejas raras, inestables, a veces yo fui el raro e inestable y las cosas simplemente nunca llegaban a nada, ni cerca de ser una relación de verdad, basada en el amor.

Comencé a frustrarme seriamente, comencé a tener problemas de autoestima, culpé al vitíligo, culpé a la sociedad, me culpé a mí mismo muchas veces y de manera muy fuerte, acepté cualquier migaja de “amor” con tal de cumplir un sueño absurdo, me dañé terriblemente y no fui el único, creo que dañé en el camino a otros y compartí con gente que estaba pasando por lo mismo, muchas veces no aceptamos como nos sentíamos pero nos reconocíamos.

He visto a personas conformarse con cualquier pareja con tal de cumplir el requisito de tener una, he visto a gente sufrir porque la boda no llega, porque nadie se queda lo suficiente en su vida, me vi reflejado en ellos o ellas y no me gustó, deposité mis esperanzas en que “el día menos pensado” la persona ideal llegaría, una vez llegó una persona que quería lo mismo, acepté y cuando las cosas iban más serias me di cuenta que no lo amaba, creo que lo lastimé mucho; luego conocí a alguien que me hizo pensar que quizá algún día el sueño se cumpliría, que tendríamos la boda con rosas blancas pero él no quería cumplir ese sueño conmigo así que se alejó, me dolió y mucho, pero fue sin duda lo mejor.

Y así un día, llegó el día menos pensado… (No se emocionen, esto no es una historia de amor), simplemente llegó el día en que me di por vencido. Así todo herido y derrotado como estaba, sin más esperanzas de tener un final feliz, decidí que no podía seguir así, que no quería seguir sufriendo por la soledad, que había llegado a mi límite y que las puertas de mi corazón estaban cerradas… Lo hice a través del dolor, del despecho y de todo eso, pero en el fondo creo que lo deseaba aún más que nunca, jamás dejé de soñar en encontrar el amor de una pareja y me sentía más solo que nunca, a esto hay que sumarle la distancia con los “amigos” y cosas que pasaron que me hicieron volverme casi un ermitaño.

Decidí entonces que debería dedicarme a la única cosa para la que era más o menos bueno que era estudiar, al menos así serviría a otros, me olvidé de aquel tiempo en el que me gustaba al menos hablar con algún chico que pudiera pasar por “pretendiente” para ilusionarme, me olvidé de intentar conocer gente nueva, me olvidé de que yo siempre dije que había que diversificarse y deposité todo en una sola cosa.

Poco a poco he ido encontrando que eso era justo lo que necesitaba, enfoqué todo mi ser y toda mi energía a estudiar, a aprender nuevas cosas, a ser el psicólogo que siempre quise ser y comencé a borrar de cada sueño que tengo a la persona que estaría a mi lado y creo que ahora disfruto más cumplir mis metas, porque son todas para mí, aunque suene egoísta. Creo que poco a poco estoy saliendo del refugio en el que me metí para lograr cosas, desde la escuela, desde el trabajo que tengo ahora, desde las pocas personas que permito que me acompañen en este viaje.

Ya no tengo interés en salir con alguien pero no como si estuviera desmotivado o deprimido, más bien como si necesitara pasar cada vez más tiempo conmigo, cultivarme más en todos los aspectos, soñar más conmigo y para mí. Por extraño que parezca eso me dio libertad, quizá algún día llegue alguien a mi vida, no lo sé, lo que sí sé es que ya no lo necesito para ser feliz, lo que sí sé es que  ahora puedo darme el lujo de dejar pasar “oportunidades” de encontrar el amor y que me gusta mi vida así como está.


Querido príncipe azul que nunca llegaste, no te preocupes, quizá este cuento tenga otro tipo de final feliz, quizá mejor aún, tenga un final real y lo más importante, esta no es una historia de cuento, es mi vida real y es divertida y bonita incluso sin ti.


viernes, 14 de abril de 2017

Recordando amigos y amores...

Mis queridos amigos y amigas, esta semana que está casi por terminar ha sido una semana extraña para mí, ha sido una semana llena de recuerdos que para quien ha abierto alguna vez la puerta emocional que lleva hacia ellos sabe que se desbordan y no hay forma de controlarlos, lo llenan todo, como abejas en un panal al que acabas de molestar salen descontroladas y van sobre lo que encuentren cerca, así más o menos me sentí estos días.

Todo comenzó el domingo pasado, me desperté muy temprano e intenté volver a dormir, cosa que me costó mucho trabajo y cuando lo logré, tuve un sueño muy extraño, soñé con uno de mis mejores amigos, quien perdió la vida hace 6 años, pero lo impactante de ese sueño es que él estaba muy serio y yo lo recuerdo siempre feliz, por lo que comencé a preocuparme y a pensar mucho en él, en las cosas que vivimos juntos y bueno, los demás recuerdos se desbordaron también.

Y es que pensar en el gran amigo que perdí, recordar los momentos invaluables que pasé con él, la forma en que disfrutamos nuestra compañía hizo que la balanza de la amistad tuviera algunos desajustes pues en los últimos meses me he puesto a revalorar lo que la amistad es para mí, lo que quiero dejar en mis amigos cuando no esté más en este plano, lo que me quiero llevar de ellos, la forma en la que los quiero acompañar en su vida y también la forma en que quiero que me acompañen y llegué a la conclusión de que hace tiempo que no siento amistades de verdad en mi vida y eso es algo triste.

No quiero decir con esto que los amigos que tengo no sean valiosos o que no los quiera, sino que creo que cada uno está en caminos muy distintos, el mío quizá sea una búsqueda y un cambio constante y hasta inestable si así quieren verlo y tengo la impresión de que ellos van hacia rumbos muy distintos, a veces me da por pensar que son mis amigos más por costumbre o cuando necesitan algo, cuando quieren que los divierta o cuando quieren a alguien que esté de acuerdo con ellos y que han dejado de ver lo que soy y lo que necesito.

Claro que como dije antes, los recuerdos caen en montón, son esos pandilleros emocionales que te asaltan en grupo y te quitan todo lo que tienes, te dejan desnudo, vulnerable y golpeado si te descuidas o si les pones mala cara, yo lo hice, con los recuerdos amorosos que son los que más problema me dan y quedé más que golpeado.

Ver fotos en Facebook o instagram de las personas que quisiste alguna vez no ayuda, al contrario, tortura. Pero a veces es inevitable hacerlo, quieres saber cómo están, si han cambiado, si son felices sin ti, si su nuevo novio es más feo que tú o si se pusieron gordos, tortura aún más verlos felices, con su pareja, logrando cosas… pero de pronto, también descubres que tortura a nivel interno, pero al mismo tiempo te da tranquilidad, te hace pensar que merecen ser felices y que te encantaría tenerlos enfrente para decirles “me da gusto que seas feliz” (espero que no sean de los que fingen sus fotos en redes sociales para aparentar), yo realmente espero que sean felices, igual que espero esos para mis amigos a pesar de que los evite.

Es muy fácil pensar que los recuerdos no son más que conexiones sinápticas, anclajes emocionales que nos ayudan a sobrevivir a muchas situaciones similares que se nos van presentando, porque aunque lo sean, también son una forma bonita de mantenerte en contacto con gente que ya no está en tu vida de alguna forma, así que, una vez que pasas por el drama de sentirte mal, de llorar si es necesario y comienzas a poner de nuevo los recuerdos en el lugar que les corresponde, tu alma y tu mente comienzan a tener paz, comienzas a recordar las cosas buenas, a desechar las cosas malas, cambiando de lugar recuerdos que creías que pertenecían a una categoría porque te das cuenta, ahora que lo ves de lejos, que no eran tan buenos o tan malos recuerdos como creías.

Lo bueno siempre llega al final de estos momentos complicados pues todo tu ser se va modificando con esa revisión y limpieza que haces al baúl interno de los recuerdos, te das cuenta que tanto tú, como tus amigos (o ex amigos) y tus antiguos amores ya han dejado de ser lo que eran, esos lapsus de recuerdos y modificaciones te ayudan a ver lo que realmente quieres para ti.

Hoy sé que quiero amigos que se interesen por mí y que me interesen a mí, que me busquen porque quieren pasar tiempo de calidad conmigo, sin hipocresía, sin hostilidad hacia otros, sin querer que yo los acerque a algo que les interesa, sin más que el gusto de compartir momentos conmigo porque eso es lo que yo les ofrezco, sé que las personas que quise ya están en un lugar diferente en mi vida porque tanto ellos como yo decidimos que así fuera y sé que hay muchas cosas que recuerdo de ellos que no quiero en alguien a quien le comparta algo tan personal como lo es el amor que puedo sentir y entonces me doy cuenta que mi búsqueda personal va dando frutos.


A principios de la semana tuve miedo a los recuerdos, hoy estoy feliz de haber pasado esta semana en mi exilio personal con ellos. Nunca le tengas miedo a los recuerdos que se salen todos de golpe del baúl, lo hacen porque en el fondo hay un espejo en el que te puedes ver a ti mismo, a través de tu historia para saber quién eres hoy.

Un abrazo.
Julián García.


sábado, 25 de febrero de 2017

Nada dura para siempre

Mis queridos amigos y amigas, sé que los tengo muy abandonados pero entenderán que mis nuevas actividades me dejan poco tiempo de inspiración pero tal como lo dice el título, nada dura para siempre, ni siquiera el abandono en el que los tengo y es que esta noche me puse a pensar en todo aquello que pasa casi de manera efímera por nuestras vidas e incluso como nosotros mismos pasamos brevemente por la vida de los demás.

Muchas veces usamos la frase que da nombre a esta publicación como algo negativo, pesimista y capaz de acabar con la esperanza de cualquiera que esté dispuesto a soñar con algo que dure para siempre, un amor, una vida o un sentimiento, pero también hay cosas negativas de nuestra vida o hasta de nosotros mismos que no van a durar para siempre.

¿Cuántas veces hemos sentido que ya no podemos luchar más? Estoy seguro que ustedes igual que yo muchas más veces de las que nos gustaría aceptar y al final encontramos nuevas razones para continuar porque nada dura para siempre. Hace poco me sentía algo confundido respecto a cuestiones sentimentales por dos personas que jamás me han querido ni me van a querer y la verdad es que lo sufrí bastante pero a final de cuentas, logré soltarles.

Por otro lado me puse a pensar en todas aquellas relaciones tóxicas que había en mi vida, no sólo estos dos chicos estaban ahí causando situaciones tóxicas, también lo hacían algunas personas de mi familia y hasta algunos amigos (si, aun los considero amigos). Porque algunas veces creo que no nos damos cuenta de qué es lo que nos hace tóxicos.

Aunque creo que todos podemos identificar fácil a esas personas que nos desgasta con su negatividad, con sus comentarios groseros hacia los demás, con su incapacidad de amar, es muy fácil también contagiarnos de su toxicidad y considero que es muy importante saber poner límites, aunque eso incluya alejarte totalmente de un grupo de personas porque dejas de soportar sus comentarios negativos, la forma en que se critican los unos a los otros, la forma en que manipulan a otros para que hagan lo que ellos quieran y eso no es lo que al menos yo quiero para mi vida.

Así que me propuse desintoxicarme totalmente, aunque eso signifique no ver más a la gente que te hizo caer en su lugar desde el principio o al menos no por el momento, porque estar cerca de estas personas debilita tu capacidad de protección y comienzan a afectarte las cosas que dicen y empiezas a actuar como ellos, sé que suena drástico pero preferí cortar de raíz con todo eso. Amores, amigos, familia, da igual, no importa lo que piensen de mí no los quiero en mi vida en este momento.

No digo que jamás los vaya a volver a ver o a hablar con ellos pero en este momento no tienen espacio en mi vida, estoy seguro que la próxima vez que nos veamos todo será mejor, quizá porque tengo demasiada fe en la humanidad y creo que algún día van a madurar y si no lo hacen volverán a salir de mi vida y cada vez serán menores y más breves sus participaciones hasta que queden en el olvido pues ni aunque sean mis amigos los quiero tan cerca que se sientan con la confianza de causar daños.


Tampoco digo que mi consejo es que dejen de hablarles, pero sí que pongan límites sin importar lo drásticos que puedan parecer ustedes, pues lo más importante es que cada uno intente mantener su alma y su mente libre de estas personas tóxicas, pero sobre todo que aprendamos a dejar ir lo dañino, así se trate de situaciones, personas, etc. Para que ni eso ni nada de lo malo que hay en nuestras vidas  dure para siempre y para que podamos tener todo el tiempo el corazón barrido, por si alguien con buenas intenciones quiere llegar a ocupar parte de él.

Un fuerte abrazo.
Julián.