Mis queridos amigos y amigas,
quizá algunos se acuerden que una de mis tantas aficiones es escribir aunque
cada vez parece que lo hago menos, no es que no quiera o que no los extrañe a
ustedes, simplemente es que estoy estudiando de nuevo y ese es ahora mi
pretexto para no pasar tanto por aquí.
¿Por qué digo que es pretexto? Pues
por la simple y sencilla razón de que es justo eso ¡un pretexto! Y no lo digo
(ni lo hago) con mala intención, simplemente es que hay ocasiones en las que no
tienes ganas de decir muchas cosas, en las que el silencio es tu mejor aliado
si estás reajustándote a una nueva etapa de tu vida, pero si eres inteligente,
sabrás como dosificar tus silencios, porque no todo mundo sabe interpretarlos,
si no expresas de alguna forma lo que sientes y quieres de la otra persona, es
probable que nunca lo obtengas, desde decirle a alguien que hace algo mal,
decirle a alguien que te gusta o estando ya en una relación de pareja comunicándose
para seguirse entendiendo.
Imagínenme a mí, una persona con
una profunda necesidad de expresar todo lo que siente y vive saliendo con “el
mudo” ¿Quién no ha tenido en su
trayectoria en busca de la felicidad un novio o novia que parecen ser mudos? Que
terrible es cuando tu pareja ¡No te dice NADA! Pues eso fue justo lo que me
pasó hace ya algo de tiempo, comencé a salir con este chico que jamás me decía
nada, de lo que sentía, de lo que quería, de lo que esperaba de mi… y siguiendo
esta ”lógica” pues tampoco me dijo nada cuando se ya iba de mi vida y yo, me
quedé como simple espectador sin poder hacer nada.
Y claro, al no saber qué es lo
que la otra persona siente, desea y todo eso, muchas veces lo primero que
hacemos es culparnos a nosotros mismos, preguntarnos qué cosa hicimos mal y
muchas de esas veces, nosotros no tuvimos nada que ver en su toma de decisiones
y estamos cargando culpas que no nos corresponden y no podemos permitir que eso
nos dañe de ninguna manera.
Claro como dice el dicho “en
la forma de pedir está el dar” a veces entramos en un círculo vicioso en el que
nosotros demandamos explicaciones, palabras y acciones que la otra persona no
está dispuesta a hacer o a dar, pero también creo que los que estamos en la
otra mitad, necesitamos algunas explicaciones para comprobar las cosas, saber
si marchan bien y sobre todo si la persona en cuestión nos quiere o sólo estamos ambos, perdiendo
nuestro tiempo, así que, como decía la
tía “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.
Por eso es que en una relación,
no sólo con “el mudo” sino siempre, debemos establecer bien las reglas bajo las
que la relación va a regirse, reconocer que a veces nuestra pareja no es
expresiva y no intentar cambiarlo a fuerza, reconocer que, si somos el mudo en
nuestra relación, la otra persona tiene derecho a saber si las cosas marchan
bien o no y jamás justificarnos con que “somos así” para tratar mal a nuestra
pareja, si ya no queremos nada es mejor decírselo que tratar mal y esperar a
que adivine, pero sobre todo, si estamos en una relación con el mudo y no nos
sentimos a gusto, es muy válido decirle “te dejo porque no me expresas nada y
yo lo necesito”.
Sobre mi mudo, intenté volver a
pasar tiempo juntos, pero sigue teniendo un problema de mutismo emocional.
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